Bienvenidx. Quizás este sea un lugar tan real como el que separa en tu mente una palabra de otra. Dice Valeria Mussio que –así como los gauchos matreros que escapaban a la ley de vagos– la literatura electrónica es peligrosa porque es un cuerpo libre recorriendo el espacio. A mí me gusta pensar que lxs artistas/programadorxs/escritorxs que son parte de esta muestra –y tb muchxs otrxs– están encontrando modos distintos de estar en las palabras. Porque escapan a los automatismos y nos hacen volver sobre ellas, desde lugares inesperados, como una cuenta de Twitter o un meme*. Porque en su trabajo con la materialidad de internet –de sus lenguajes–, con sus barras espaciadoras, empujan y hacen lugar, dejan un espacio vacío para pensar en todas las variaciones posibles y por venir del sentido. Como el hechizo de Leonardo Solaas, que explora “esa tierra de nadie que se extiende de una palabra a otra”. O como la “Trenza” de Eva Costelo –versión del poema de Cecilia Pavón-, que en ese espacio da lugar a una pausa, decide saltearse cualquier predicción de Google, no dejarse autocompletar, y seguir con el poema.